jueves, 11 de octubre de 2012

La pasión entra por los oídos

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Aunque no lo parezca, gran parte de la emoción de un evento deportivo lo crean sus narradores y comentaristas.

Los deportes por televisión no serían lo mismo sin la voz que los acompaña. El relator debe describir todo lo que pasa y condimentar su narración con datos de los equipos y jugadores involucrados, hablar un poco del contexto que envuelve al cotejo (histórico, social, geopolítico, cultural), así como incluir su simpatía y carisma característicos.

En muchas ocasiones los espectadores elegimos los canales dependiendo del comentarista del encuentro. Una buena narración puede hacer agradable un partido insufrible, mientras que un partidazo puede verse empañado por un relator que nos incomode. El detalle es que lo que a algunos les fascina y los hace reír, a otros les puede disgustar tanto que prefieren silenciar el televisor y ver el partido sin audio.

Cada narrador o comentarista busca distinguirse de los demás. Ya sea por una frase típica, “Tirititito”, la forma de narrar un gol, “La pelota está en el fondo”, o por hacer chistes, “Le pegó como tamalera”, todos quieren ser recordados por su ingenio.

Con el tiempo las transmisiones deportivas han modificado su estilo y se han ido adecuando a los gustos del público y a las necesidades del mercado. Atrás quedaron los tiempos en los que el apacible, pero pícaro, estilo de narradores como Jorge "Sonny" Alarcón, Ángel Fernández y José Ramón Fernández encantaban el oído con su educada voz y sus sanas ocurrencias.

Para bien o para mal, a partir de la irrupción de Enrique Bermúdez, las narraciones de fútbol en México comenzaron a perder formalidad y adoptaron un estilo más irreverente. “El Perro” Bermúdez se dio a conocer por su grueso tono de voz, su particular manera de pronunciar (terminando muchas palabras en “eee”), y por bautizar a cuanto jugador pudo. Entre sus apodos más famosos destacan: “El Emperador” (Claudio Suárez), “El Macho” (Hugo Sánchez) y “El Brody” (Jorge Campos).

La respuesta de TV Azteca a Enrique Bermúdez fue Christian Martinoli. El joven narrador llegó a la televisora del Ajusco para darle otro giro a las transmisiones futboleras. Su estilo era fresco y original. Al ver que esta fórmula elevaba los niveles de audiencia, Martinoli exageró sus chistes (muchos de ellos despectivos) y se hizo de un compañero: Luis García. La incorporación del ex futbolista potenció el corte humorístico de la empresa. A la hora de leer un partido, Luis García es un buen analista; no obstante muchas veces basa su simpatía en insultar a futbolistas y aficionados, así como en copiar el estilo de Martinoli. Sin embargo, el rating televisivo los ha ubicado como la mancuerna favorita del público mexicano.

Siguiendo esta línea, varios narradores, comentaristas y demás periodistas, tanto de canales abiertos como de paga, han creado sus propios personajes “jocosos” frente al micrófono.

Por supuesto, todo esto es muy subjetivo y tiene que ver con los gustos de cada quien. Hay a quienes les encantan los apodos del “Perro” Bermúdez, y otros que prefieren las bromas de Martinoli y Luis García.

Personalmente disfruto una transmisión deportiva amena que me brinde datos de interés y me entretenga, pero me llega a molestar que quienes narran se olviden del partido y hagan su fiesta en la cabina.