lunes, 5 de diciembre de 2011

Rumbo al Super Bowl XLVI

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Cada año el aficionado al futbol americano espera con ansias que llegue la época navideña, no porque crea que sus seres queridos lo van a llenar de ropa y accesorios de su equipo favorito, sino porque es el momento en que la temporada regular de la NFL llega a su etapa definitiva y los equipos se preparan para disputar los playoffs.



El 2011 ha sido el año soñado para los fanáticos de los Green Bay Packers, ya que el equipo de Wisconsin no sólo ganó el Super Bowl XLV después de 14años de sequía sino que también ha comenzado la temporada actual con marca perfecta (10-0 hasta el 20 nov) y se perfila como el gran favorito para volver a disputar el Gran Juego el próximo 5 de febrero en el Lucas Oil Stadium de Indianápolis.



El año pasado, el equipo dirigido por Mike McCarthy entró a la postemporada como el último de la Conferencia Nacional para después llegar al Super Bowl y vencer a los Acereros de Pittsburgh con una brillante actuación de su quarterback Aaron Rodgers. Esta vez, los Empacadores llevan un ritmo arrollador que seguramente los ubicará como el equipo con mejor récord de la NFC y de toda la liga.



No obstante la temporada de ensueño de los Packers, hay otro equipo que ha hecho un gran trabajo y seguramente estará disputándole el campeonato de la Conferencia Nacional: San Francisco. Tras ocho temporadas perdedoras, los 49’s por fin han encontrado la llave para regresar a ser un conjunto dominante como en los años 80’s y 90’s, cuando acumularon cinco Súper Tazones.



Gran parte del éxito de San Francisco se debe a su entrenador en jefe Jim Harbaugh, quien en su debut al mando del equipo lo ha llevado a ganar 9 de sus 10 primeros partidos. Dada su experiencia como quarterback profesional y entrenador de equipos colegiales, Harbaugh ha sabido explotar el hasta ahora desperdiciado potencial de Alex Smith, que junto con su corredor estrella Frank Gore y su bloque defensivo han sido las claves del resurgimiento de los 49’s.



Detrás de Empacadores y 49’s, hay una lista de equipos que están peleando por llegar a los playoffs: Chicago, Detroit, Houston, Nueva Orleans, Atlanta, Cincinnati, Dallas, Oakland y los siempre contendientes Pittsburgh, Nueva York, Baltimore y Nueva Inglaterra. Destaca el caso de equipos como los Leones, Bengalíes y Texanos, ya que normalmente estos conjuntos pelean más por la primera selección colegial que por entrar a la postemporada; sin embargo este año las cosas han sido muy diferentes para ellos y con paso sólido están cerca de los playoffs.



En contraparte, la temporada 2011 de la NFL también ha arrojado grandes decepciones. Por un lado están las Águilas de Filadelfia que al inicio de la temporada, con Michael Vick en los controles y LeSean McCoy como caballo de batalla, eran considerados favoritos para llegar al Super Bowl; no obstante, la inconsistencia de sus grandes estrellas los tiene al borde de la eliminación. Por el otro se encuentran los Indianápolis Colts, equipo que ha pasado de ser uno de los más fuertes de la liga para convertirse en el único que no ha ganado un solo juego. Es verdad que perdieron a su líder por una lesión, pero la ausencia de Peyton Manning no debería haber derrumbado a una escuadra que tiene años dominando su división y que es un invitado habitual a la postemporada.



En la Conferencia Nacional es muy probable que el campeonato se dispute entre Green Bay y San Francisco, como hace 14 años, avanzando al Super Bowl los actuales monarcas. En la Conferencia Americana es un poco más difícil hacer pronósticos, ya que lejos de ser competitiva se esta convirtiendo en irregular y ningún equipo se perfila claramente hacia el Gran Juego; sin embargo considero que el boleto estará entre Nueva Inglaterra y Baltimore, siendo los Cuervos el equipo que estará en el Lucas Oil Stadium en febrero.



Podrá Green Bay emular la histórica temporada perfecta de los Delfines de Don Shula, o se quedará en la orilla de la gloria total como los Patriotas de Bill Belichick en el Super Bowl LXII.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Tenis de élite

Desde hace varios años hablar de tenis es hablar Roger Federer y Rafael Nadal, dos jugadores que han acaparado el circuito masculino y han ganado 26 de los últimos 33 torneos de Grand Slam. De hecho, sólo cinco jugadores más han podido levantar uno de los cuatro grandes trofeos en los últimos ocho años.

La era Federer-Nadal ha escrito capítulos brillantes, sino los mejores, en la historia del tenis. Esta rivalidad fue creciendo conforme llegaban a disputar finales de Grand Slam hasta que se convirtió en todo un clásico. Al principio estaba muy claro que Roger era el rey del pasto, Rafa el de la arcilla y en cancha dura el suizo tenía ventaja. En 2007 jugaron un histórico partido de exhibición denominado “La Batalla de las Superficies” en el que la cancha estaba dividida: de un lado pasto y del otro acilla. Esto sólo fue un experimento para ver quién se adaptaba mejor al terreno del otro; Nadal ganó 7–5, 4–6, 7–6(12–10) pero fue un mensaje de lo que sucedería más adelante.

Un año después vendría un punto de quiebre que decantaría la balanza a favor de Rafael Nadal. Fue aquella épica final de Wimbledon 2008 en la que Federer llegaba con cinco títulos consecutivos y Nadal buscaba el primero en la catedral del tenis. El partido fue por demás espectacular, las pausas por lluvia y la falta de luz en el quinto set lo hicieron aún más especial. Al final, Nadal consiguió romper la supremacía del suizo en Wimbledon y se consagró como el mejor tenista del momento.

A partir de entonces Nadal ha ganado cinco de los últimos siete enfrentamientos, incluidas dos finales de Grand Slam. Más allá de la potencia de sus tiros, la velocidad de sus piernas, el efecto de su pelota o su espíritu imbatible, Nadal se impone por saber pegar en el momento justo y por crear un efecto de frustración acumulada en Federer cada que éste está a punto de quebrar al español. Rafael Nadal es el único jugador que tiene esta ventaja psicológica sobre Federer, misma que el suizo normalmente impone sobre el resto de los tenistas de la ATP.

Sin embargo, un nuevo astro brilla en la galaxia del tenis mundial y ha podido romper con la hegemonía de Nadal y Federer, se trata de Novak Djokovic. Desde que irrumpió en el circuito pintaba para grandes cosas, pero a pesar de su gran potencial y capacidad, el serbio se destacaba más por las hilarantes imitaciones de sus colegas, por exagerar lesiones y por su endeble estado físico que muchas veces no aguantaba partidos a cinco sets.

Tres años después de haber ganado su primer título de Grand Slam en el Abierto de Australia 2008, ‘Nole’ por fin dejó de lado la intermitencia y encontró la regularidad que tanto le hacía falta para llegar a afianzarse en el nivel de Nadal y Federer.

Djokovic se puso a trabajar muy fuerte tanto física como mentalmente y este 2011 definitivamente ha sido su año: ganó su segundo Grand Slam en Melbourne, logró acumular una racha impresionante de 41 partidos ganados en forma consecutiva, levantó su primer título en Wimbledon y, de paso, desplazó a Nadal para instalarse como nuevo número uno del mundo.

El panorama no podría ser mejor: Djokovic buscará afianzarse en la cima del ranking, Nadal intentará recuperar el trono y volver a ser ese jugador imbatible, y Federer hará todo lo posible por engrandecer su leyenda como el mejor jugador de todos los tiempos.

jueves, 21 de julio de 2011

Tres grandes 4's


Desde chico mi número favorito ha sido exactamente proporcional al dorsal del futbolista que más admiro.

Primero me gustó el 5, número que portaba Ramón Ramírez en la selección mexicana. Más allá de los goles de Zague o los vistosos uniformes de Campos, Ramón fue mi primer ídolo. Todavía no sabía mucho de tácticas o posiciones en el campo, pero me encantaba el desborde y la creatividad del nayarita. Después cambió su camiseta por una más acorde a sus funciones: la 7. Por mucho tiempo el cabalístico fue mi número preferido, hasta que Ramón se fue al América y el encanto se acabó. Lo mismo me pasó poco después con el 7 de Figo al fichar por el Madrid.

Allá por 1999, el futbol europeo me abrió las puertas de un juego más rápido y espectacular. El gancho fue el mundial de Francia 98 y específicamente los brasileños Ronaldo y Rivaldo. Uno jugaba en el Inter de Milán y el otro militaba en el Barcelona. Disfrutaba mucho de las jugadas de fantasía y de los goles de estos cracks, pero quienes más me llamaron la atención fueron los capitanes de dichas escuadras: Javier Zanetti y Josep Guardiola, ambos con el número 4.

Sólo pude admirarlo un par de temporadas en el Barça, pero fue suficiente para que Pep Guardiola se convirtiera en uno de mis grandes ídolos. Su ubicación en el medio campo le permitía ser un jugador que cubría muchos metros, tanto aportaba su cuota al ataque como ayudaba a la recuperación del esférico. Guardiola fue un jugador muy completo, conducía la pelota siempre con la cabeza en alto, tenía un gran toque y un buen disparo de media distancia. Lo que más recuerdo de él es su liderazgo, la manera en que ordenaba a todo el equipo y manejaba el vestuario. Virtudes que lo hicieron el gran técnico que es hoy en día.

Al Pupi Zanetti sí lo he disfrutado un buen rato en el nerazzurro. Básicamente, Zanetti representa mi jugador ideal, o más bien, el jugador que me hubiera gustado ser. El argentino es por demás versátil, su posición natural es la lateral derecha pero se desempeña de igual modo por la banda izquierda. En las últimas temporadas lo han probado en el medio campo, y tanto de contención como de volante ha hecho un trabajo extraordinario. Zanetti se ha ganado el apodo de “el Tractor” gracias a su resistencia y por arrastrar a sus rivales cada que se agrega al frente. A sus 36 años, el Pupi no sólo es titular indiscutible sino también el símbolo del Inter, equipo para el que ha jugado los últimos 15 años.

El tercer gran 4 en mi lista tenía que ser mexicano: Rafael Márquez. Desde que jugaba en el Atlas ya se le veían condiciones de clase mundial. Su paso por el Mónaco le hizo madurar y adaptarse al futbol europeo antes de fichar por uno de los equipos más grandes del mundo. En el verano del 2003, Rafa Márquez llegó al Futbol Club Barcelona, escuadra que empezaba una nueva era con Joan Laporta en la presidencia, Frank Rijkaard de técnico y Ronaldinho como estandarte. El Káiser de Michoacán no la tuvo fácil para hacerse un lugar en el once inicial, se tuvo que ganar la confianza del entrenador y el respeto de una de las aficiones más exigentes. Su calidad lo sacó a flote, Márquez hizo muy buenas temporadas al lado de Puyol en la defensa central, pero también tuvo grandes actuaciones jugando de contención.

Rafa se convirtió en uno de los mejores centrales del mundo: es férreo en la marca, sale jugando con trazos precisos y hasta mete goles de tiro libre. Su gran problema es su fragilidad. Las lesiones condicionaron su continuidad una y otra vez, y esta última temporada se vio relegado al banquillo por el joven Gerard Piqué. Márquez nos demostró en Sudáfrica que todavía tiene mucho que dar, por lo que seguramente saldrá del Barça para recuperar la titularidad. Espero se quede en algún equipo europeo de renombre y se resista a la tentación de la MLS.


Rafa se convirtió en uno de los mejores centrales del mundo: es férreo en la marca, sale jugando con trazos precisos y hasta mete goles de tiro libre. Su gran problema es su fragilidad. Las lesiones condicionaron su continuidad una y otra vez, y en su última temporada en el Barça se vio relegado al banquillo por el joven Gerard Piqué.

Sin duda, Guardiola, Zanetti y Márquez han sido tres jugadores que han causado un gran impacto en mí y en la forma en que veo el juego.


viernes, 13 de mayo de 2011

Sobredosis de FCB-RM


Y llegó lo que todos los aficionados al futbol español habíamos esperado desde que el Barcelona enamoró al mundo y el Real Madrid comenzó su segunda etapa galáctica: un choque directo entre ellos por los tres títulos de la temporada (Copa del Rey, Liga Española y Liga de Campeones de Europa).

Cuando se confirmó que estos dos colosos disputarían cuatro partidos en tan sólo 18 días todo el mundo comenzó a especular con el morbo que suponía el duelo entre Messi y Cristiano Ronaldo, Guardiola y Mourinho, el futbol total contra la efectividad y el resultadismo. ¿Podría el Barça repetir la hazaña del 2009 ante su eterno rival, o el Madrid rompería con la hegemonía blaugrana?

La verdad es que era muy improbable que un equipo se llevara la triple corona, siendo ésta una lucha de dos pesos pesados con los mejores jugadores del mundo y dos entrenadores obsesivos en el estudio de la táctica y la motivación.

El calendario quiso que las cuatro batallas fueran de menos a más. Primero se jugó la jornada 32 de la Liga en el Santiago Bernabéu, partido que terminó empatado a un gol y que prácticamente le aseguró al Barcelona su título 21 de Liga. Este sólo fue un preámbulo, un round de estudio para medir al rival en los siguientes tres encuentros.

Tan sólo cuatro días después, se ponía en juego el primer título de la temporada: la Copa del Rey. Normalmente esta competición se demerita por ser la menos importante, pero teniendo al rival histórico enfrente esta copa tomó un valor enorme. La batalla en el campo del Valencia fue intensa, ambos equipos se batieron en un duelo sin tregua que se definió hasta el tiempo suplementario con un gol de Cristiano Ronaldo. El madridismo se alzó en júbilo y festejó un triunfo épico ante su más grande adversario.

De un momento a otro la situación había cambiado drásticamente, el Real Madrid se había repuesto de esa goleada 5-0 en noviembre del año pasado y ahora lucía como un equipo que había encontrado el antídoto anti-Barça con un planteamiento ultradefensivo y metiendo la pierna fuerte, el mismo estilo con el que Mourinho ganó el triplete con el Inter de Milán el año pasado.

No obstante, la derrota en la Copa del Rey de cierto modo le vino bien al Barcelona, le quitó toda esa presión de equipo invencible y de paso lo dejó con hambre de ganarle al Madrid en la Champions League.

Tras una intensa lucha de declaraciones entre los dos entrenadores se llevó a cabo la semifinal de la Liga de Campeones entre el Futbol Club Barcelona y el Real Madrid, la mayor tajada del pastel. Tuvieron que pasar nueve años para que catalanes y merengues se volvieran a enfrentar en esta misma instancia, curiosamente el marcador fue exactamente igual que en el 2002 (0-2 y 1-1) sólo que esta vez a favor del Barcelona.

En esta serie, Messi demostró por qué es el mejor jugador del mundo y condujo a su equipo hacia la final de Wembley. Sin embargo, ambos partidos estuvieron inmersos en la polémica arbitral que suponía ayuda para el conjunto catalán; polémica que José Mourinho, el Real Madrid y la prensa madridista magnificaron de una manera exagerada para justificar su derrota.

Es una pena que la guerra sucia entre declaraciones desafiantes, exceso de rudeza en el campo, simulación de faltas, alteración de videos, demandas y contrademandas ridículas por parte de los dos equipos haya ensuciado el entorno de esta semifinal tan anticipada.

Al final de cuentas, el maratón Barça-Madrid culminó muy igualado con dos empates y una victoria por bando. Ahora falta ver quién se queda con la Súper Copa Española que enfrenta al campeón de Liga contra el de Copa y se juega antes de que empiece la próxima temporada 2011-2012.