lunes, 12 de marzo de 2012

Cuestión de renovar

Parecería que Josep Guardiola, técnico del Fútbol Club Barcelona, no sólo quiere ganar todos los títulos posibles en su equipo, sino que tiene la firme intención de revolucionar el fútbol y ser todo un referente de este deporte.

En sus primeras tres temporadas como técnico, Pep ha conseguido 13 de 16 títulos posibles con el Barcelona, un promedio de efectividad altísimo sólo superado por la manera en que ha alcanzado estos logros: proponiendo un juego de posesiones largas y movilidad permanente en el que, con toques rápidos y precisos, se trazan triángulos por toda la cancha que tienen como objetivo lograr superioridad tanto en ataque como en defensa. Quizá la calve para que este sistema funcione sea la presión asfixiante que ejerce el cuadro blaugrana cuando pierde el balón.

Seguramente, el hecho que Guardiola sea un técnico avanzado a su época tiene que ver con que pasó por todo el proceso del Fútbol Club Barcelona: desde recogebalones hasta capitán del primer equipo. Tuvo un gran maestro en Johan Cruyff cuando formó parte del Dream Team y, antes de hacerse cargo del primer equipo, Pep se proclamó campeón de la tercera división española con el filial azulgrana.

El caso de Guardiola es por demás inusual, ya que en su primera temporada (2008-2009) llevó al Barça a ganar la Copa del Rey, la Liga Española y la Liga de Campeones de Europa, algo inédito en la entidad catalana. Además de los halagos y alabanzas, el triplete vino acompañado de mucha presión por repetir los éxitos; es por eso que el técnico barcelonista vive casi obsesionado por reinventar a su equipo para evitar que se haga previsible.

Tácticamente, Josep Guardiola ha demostrado ser un prodigio acomodando sus piezas. Fue él quien sacó a Lionel Messi de la banda derecha y lo hizo jugar en una posición entre enganche y centro delantero, la cual lo ha involucrado mucho más en la construcción del juego blaugrana. Ante las abundantes lesiones en una plantilla corta, Pep ha tenido que improvisar numerosos cambios de posiciones que le han resultado bastante bien.

Esta temporada, el técnico catalán ha experimentado en la defensa modificando la tradicional línea de cuatro por un central y dos laterales; del mismo modo ha llegado a jugar sin delanteros colmando las posiciones de ataque con hasta siete mediocampistas. Tanto en ataque como en defensa, los relevos y las rotaciones son claves en el esquema de Guardiola.

Al igual que en su etapa de jugador, Pep es un técnico que se distingue por su liderazgo, su gran capacidad de motivar al plantel, su estricta disciplina y por formar una buena dinámica de grupo. Ha logrado conformar un vestuario equilibrado en el que las grandes estrellas, los jugadores de bajo perfil y las jóvenes promesas conviven en un ambiente sano y sin envidias. Aquellos que no se han acoplado a la disciplina de Guardiola han salido del equipo; caso de grandes jugadores como Ronaldinho, Eto’o o Ibrahimovic.

A pesar de haber ganado tanto en los últimos años, Guardiola siempre busca la manera de renovar la ilusión de los jugadores, su hambre de triunfo; lo único que a Pep le cuesta renovar, y mucho, es su contrato. Cada año es un suplicio pedirle al catalán que estampe su firma, y cuando por fin accede sólo lo hace por una temporada más. Tal vez ésta sea otra forma de mantener la tensión necesaria para que la institución no se sienta tan confiada en que tiene asegurados los títulos.

Sin embargo, este año parece que la renovación va a ser aún más difícil. En varias ocasiones, Guardiola ha dejado entrever que su tiempo en el Barcelona está por terminar, que desea salir de su zona de confort y afrontar un nuevo reto. Algunos lo ubican en el Chelsea, el Inter de Milán, la selección de Inglaterra, como sucesor de Vicente Del Bosque o de Alex Ferguson. Lo cierto es que no parece que Pep Guardiola quiera quedarse para siempre en el banquillo del Barça.