sábado, 19 de junio de 2010

Proyecto Quinto Partido III

La batalla de Polokwane

Después de una decepcionante y flojísima primera jornada, el mundial se está redimiendo con partidos mejor jugados y más intensos.

Para México, la segunda jornada fue de ensueño. El partido contra Francia se antojaba de vida o muerte. El panorama era complicado: los dos equipos venían de una pobre actuación en su debut, los dos buscaban reivindicarse y acercarse a la clasificación. Si se empataba, estábamos casi fuera, sólo nos servía el triunfo y se consiguió de manera categórica.

De inicio, Javier Aguirre acertó al incorporar a Héctor Moreno en la central y al recorrer a Ricardo Osorio a la lateral derecha, posición que venía ocupando Paul Aguilar. Este cambio fue muy benéfico para que se afianzara la defensa. El Maza Rodríguez se acopló muy bien al juego de Moreno, y Carlos Salcido se sintió más libre para agregarse al ataque en repetidas oportunidades. El equipo se paró con mucha autoridad en la cancha. Efraín Juárez y Rafa Márquez hicieron una gran labor en el medio campo, ambos recuperaron muchos balones y colaboraron en el juego ofensivo.

A pesar de que fue una primera parte muy disputada, México estuvo muy cerca de abrir el marcador al minuto 8 con una gran triangulación entre Salcido, Márquez y Carlos Vela, quien quedó de frente a la portería y mandó su remate por encima del travesaño. El Guille Franco también se fabricó una ocasión de gol, después de quitarse de encima a Eric Abidal con un gran recorte, pero remató apenas por encima de la meta de Hugo Lloris.

La parte complementaria estuvo marcada por el ingreso de Javier Chicharito Hernández y Cuauhtémoc Blanco, ambos entraron a la cancha con mucha determinación y convencidos de lucirse ante el Vasco Aguirre. No pasó mucho tiempo para que el Chícharo mostrara su olfato goleador. Poco menos de haber cumplido diez minutos en el campo, Hernández Balcazar fue habilitado por un pase magistral de Rafa Márquez y una pésima salida de la defensa gala para deshacerse del arquero y empujar el balón al fondo de la red. Chicharito mostró frialdad en un momento transcendental del encuentro y puso de cabeza al equipo de Domenech.

No obstante la ventaja conseguida, México siguió atacando y creando peligro. En una nueva embestida, Pablo Barrera se metió al área, encaró a Abidal y punteó el balón antes de que éste pudiera tocarlo, provocando así un choque entre ambos. Cuando el árbitro se acercó al área, pensé que iba a amonestar a Barrera por simulación, pero cuál fue mi sorpresa cuando vi que señaló el punto penal. El encargado de ejecutar el penalty fue Cuauhtémoc, quien con su habitual estilo, tomó una larga carrera y se enfiló en línea recta. Su disparo fue perfecto: raso, cruzado y pegado al poste, imposible para el portero francés.

Una de las virtudes más grandes de México fue no dejar crecer a los franceses, no permitir que despertaran de su letargo. La selección francesa, más allá de su falta de futbol, careció de coraje, de dejar todo en la cancha, nunca pudo ejercer presión y arrinconar al Tri.

Su desconcierto era palpable, se les notaba fastidiados y sin saber qué hacer, mientras su técnico se limitaba a observar inmutado la caída de su equipo. Tras esta derrota, Francia requiere una ayudita para pasar de ronda, necesita que alguien le eche la mano y lo malo, para ellos, es que Henry no sale de la banca.

Ahora sí, México tiene posibilidades de acceder a la siguiente ronda e incluso de colarse a los cuartos de final. La selección está en control en un grupo difícil, todo depende del partido contra los uruguayos: si ganamos, evitaremos a la gran Argentina; si se empata, se asegura el segundo puesto; y si se pierde, tendremos que esperar que el partido de Sudáfrica-Francia no termine en goleada. Por ejemplo, una derrota con Uruguay 0-2 combinada con una victoria gala 3-0 nos dejaría en la lona.

Por lo que el equipo mexicano no deberá especular, tendrá que estar muy conectado y echar el resto para quedar como líder del grupo “A”. No digo que si esto no sucede estamos condenados a, cuando mucho, repetir el gran partido que se le hizo a Argentina hace cuatro años en Leipzig. Es decir, jugar a un gran nivel, plantarse ante un gigante del futbol y aún así caer irremediablemente.

Después de lo mostrado contra Francia, el Tri puede ilusionarse con dar una campanada mayúscula siempre que conserve este desempeño y roce el partido perfecto; esto se tendría que combinar con un rendimiento argentino por debajo de su nivel y jugar con su desesperación. Aún así sería difícil, mas no imposible, anular cualquier intento de sus estrellas.

Más allá del rival que nos pueda tocar en octavos de final (Argentina, Corea del Sur, Grecia o hasta Nigeria), esperemos se haga un gran partido contra Uruguay y podamos llegar a la siguiente ronda de la mejor manera.

domingo, 13 de junio de 2010

Cerrada apertura


Por fin se puso en marcha la Copa del Mundo de Sudáfrica. Este viernes se acabó la espera para millones y millones de fanáticos futboleros que no veían la hora en que comenzara la justa mundialista.

Todas las miradas se posaron en el partido inaugural que enfrentó al combinado local contra la selección mexicana. El Tri saltó a la cancha con el once que ya nos había mostrado Aguirre en los partidos previos. Para nadie fue una sorpresa ver a Oscar Pérez bajo los tres palos, a Guillermo Franco en el eje de ataque y a Andrés Guardado sentado en la banca. A pesar de la atmósfera favorable a los bafana bafana (y sus horribles vuvuzelas), México encaró el partido con confianza y convicción, empezó atacando y haciéndose del balón. El equipo sudafricano estaba asfixiado y no podía rebasar la mitad del campo con el balón dominado. El problema fue que la selección mexicana no pudo plasmar su dominio en el marcador, no pudo aprovechar este momento de acecho. Franco falló un par de remates de cabeza accesibles y estrelló un disparo en el arquero después de una gran asistencia de Vela.

Hay que tomar en cuenta que el futbol es un deporte de momentos, hay lapsos en los que un equipo domina y tiene posibilidades de gol y si no aprovecha este momento, si no capitaliza el impulso que genera, después le será más difícil anotar pues se tiene que recurrir a un chispazo o a una virtud individual. Pocos equipos pueden hacer de estos momentos brillantes su sistema de juego, ahora mismo sólo España y Barcelona mantienen un dominio casi completo del juego. Hay otros como Real Madrid o Brasil que tienen mucha pegada, que, aunque no controlen el partido, saben que en cualquier momento pueden marcar. Está claro que México no es ni lo uno ni lo otro, que si quiere ganar tiene que concretar en su momento de gracia.

El segundo tiempo fue totalmente diferente, el Tri salió menos incisivo y Sudáfrica sabía que no podía hacer un desempeño tan pobre en la inauguración de su mundial. Los de Parreira aprovecharon una pérdida de balón del equipo mexicano para armar una gran triangulación que dejó sólo a Tshabalala, éste no lo pensó mucho para fusilar al Conejo Pérez con un disparo al ángulo. Fue un golpe duro para la escuadra del Vasco, el equipo se cayó dramáticamente, se desordenó en todas sus líneas y se limitaba a tirar la pelota fuera de su área.

Los cambios estaban cantados, todos sabíamos que se necesitaba la calidad en el desborde de Andrés Guardado, los pases de gol de Cuauhtémoc Blanco y la frescura del Chicharito Hernández al ataque. Guardado ingresó pero no a su posición natural, estaba haciendo una labor de medio mixto: robaba balones e intentaba armar juego. Se le veía incómodo y atado por no poder correr por la banda izquierda, lugar en el que Salcido hacía su esfuerzo pero no podía culminar las jugadas de manera adecuada. Cuauhtémoc poco pudo hacer y el Chícharo entró al campo muy acelerado, tratando de demostrar su valía en cada jugada.

El partido se hacía cada vez más pesado hasta que, a diez minutos del final, llegó el merecido empate para el Tri. Tras un corner rechazado, Guardado se tiró a su banda y mandó un centro preciso que Márquez remató al fondo de la red aprovechando una mala salida de la saga sudafricana. Al final el empate no nos supo tan mal, nos salvamos de perder en el último minuto después de que Osorio y Maza Rodríguez perdieran la marca de Mphela y éste rematara al poste.

Por otro lado, tuvimos suerte de que nuestros rivales de grupo, Uruguay y Francia, empataran a cero en un partido trabado en donde ninguno de los dos pudo mostrar su mejor versión. A pesar de esto, son ellos quienes tienen más oportunidades de avanzar a octavos de final pues aún les falta enfrentar al equipo más modesto de este grupo: Sudáfrica.

Uno de los equipos que más expectativas levanta es Argentina. El equipo de Maradona se vio bien por momentos, pero no logró desplegar un juego vistoso acorde a sus grandes figuras. Seguramente vendrá de menos a más. Messi jugó bien, todavía no vimos al enorme jugador que semana a semana nos asombra en la liga española, pero sí pudimos ver a un Leo más suelto y menos presionado. Sin embargo, veo difícil que la Pulga pueda llegar a hacer el mismo tipo de jugadas que hace en el Barça, simplemente porque Verón, Mascherano y Di María no tienen la misma movilidad que los españoles Iniesta y Xavi. Será un reto para Messi acoplarse al sistema de Maradona o hacerse él mismo las jugadas de gol.

El mejor juego hasta ahora llegó de la mano de ingleses y norteamericanos. Inglaterra empezó con un ritmo demoledor que le redituó de inmediato con el gol de Steven Gerrard. Estados Unidos, fiel a su estilo, nunca se desesperó y aguantó los embates británicos con gran solvencia. Poco antes de terminar el primer tiempo, Clint Dempsey intentó un remate al arco muy defectuoso pero fue suficiente para vencer al arquero Green quien, inexplicablemente, no supo atacar el balón y éste se coló a su portería. En el segundo tiempo, Inglaterra simplemente no pudo vulnerar el orden estadounidense y las grandes atajadas de Tim Howard, resignándose a la paridad.

Otro portero que se vio ridiculizado fue el argelino Chaouchi, quien se comió un gol increíble de Koren en la victoria de Eslovenia. Después de ver dos errores como estos, algunos han afirmado que el polémico balón Jabulani ha tenido algo que ver en estas pifias. Yo creo que, aunque el balón puede llegar a ser difícil de controlar, se trata en definitiva de nervios o falta de técnica de los porteros.

La única selección que ratificó su condición de equipo grande fue Alemania. Con cuatro goles a los socceroos, los teutones demostraron que a pesar de las numerosas bajas, incluida la de Ballack, son un equipo fuerte que será protagonista en Sudáfrica.