Y llegó lo que todos los aficionados al futbol español habíamos esperado desde que el Barcelona enamoró al mundo y el Real Madrid comenzó su segunda etapa galáctica: un choque directo entre ellos por los tres títulos de la temporada (Copa del Rey, Liga Española y Liga de Campeones de Europa).
Cuando se confirmó que estos dos colosos disputarían cuatro partidos en tan sólo 18 días todo el mundo comenzó a especular con el morbo que suponía el duelo entre Messi y Cristiano Ronaldo, Guardiola y Mourinho, el futbol total contra la efectividad y el resultadismo. ¿Podría el Barça repetir la hazaña del 2009 ante su eterno rival, o el Madrid rompería con la hegemonía blaugrana?
La verdad es que era muy improbable que un equipo se llevara la triple corona, siendo ésta una lucha de dos pesos pesados con los mejores jugadores del mundo y dos entrenadores obsesivos en el estudio de la táctica y la motivación.
El calendario quiso que las cuatro batallas fueran de menos a más. Primero se jugó la jornada 32 de la Liga en el Santiago Bernabéu, partido que terminó empatado a un gol y que prácticamente le aseguró al Barcelona su título 21 de Liga. Este sólo fue un preámbulo, un round de estudio para medir al rival en los siguientes tres encuentros.
Tan sólo cuatro días después, se ponía en juego el primer título de la temporada: la Copa del Rey. Normalmente esta competición se demerita por ser la menos importante, pero teniendo al rival histórico enfrente esta copa tomó un valor enorme. La batalla en el campo del Valencia fue intensa, ambos equipos se batieron en un duelo sin tregua que se definió hasta el tiempo suplementario con un gol de Cristiano Ronaldo. El madridismo se alzó en júbilo y festejó un triunfo épico ante su más grande adversario.
De un momento a otro la situación había cambiado drásticamente, el Real Madrid se había repuesto de esa goleada 5-0 en noviembre del año pasado y ahora lucía como un equipo que había encontrado el antídoto anti-Barça con un planteamiento ultradefensivo y metiendo la pierna fuerte, el mismo estilo con el que Mourinho ganó el triplete con el Inter de Milán el año pasado.
Cuando se confirmó que estos dos colosos disputarían cuatro partidos en tan sólo 18 días todo el mundo comenzó a especular con el morbo que suponía el duelo entre Messi y Cristiano Ronaldo, Guardiola y Mourinho, el futbol total contra la efectividad y el resultadismo. ¿Podría el Barça repetir la hazaña del 2009 ante su eterno rival, o el Madrid rompería con la hegemonía blaugrana?
La verdad es que era muy improbable que un equipo se llevara la triple corona, siendo ésta una lucha de dos pesos pesados con los mejores jugadores del mundo y dos entrenadores obsesivos en el estudio de la táctica y la motivación.
El calendario quiso que las cuatro batallas fueran de menos a más. Primero se jugó la jornada 32 de la Liga en el Santiago Bernabéu, partido que terminó empatado a un gol y que prácticamente le aseguró al Barcelona su título 21 de Liga. Este sólo fue un preámbulo, un round de estudio para medir al rival en los siguientes tres encuentros.
Tan sólo cuatro días después, se ponía en juego el primer título de la temporada: la Copa del Rey. Normalmente esta competición se demerita por ser la menos importante, pero teniendo al rival histórico enfrente esta copa tomó un valor enorme. La batalla en el campo del Valencia fue intensa, ambos equipos se batieron en un duelo sin tregua que se definió hasta el tiempo suplementario con un gol de Cristiano Ronaldo. El madridismo se alzó en júbilo y festejó un triunfo épico ante su más grande adversario.
De un momento a otro la situación había cambiado drásticamente, el Real Madrid se había repuesto de esa goleada 5-0 en noviembre del año pasado y ahora lucía como un equipo que había encontrado el antídoto anti-Barça con un planteamiento ultradefensivo y metiendo la pierna fuerte, el mismo estilo con el que Mourinho ganó el triplete con el Inter de Milán el año pasado.
No obstante, la derrota en la Copa del Rey de cierto modo le vino bien al Barcelona, le quitó toda esa presión de equipo invencible y de paso lo dejó con hambre de ganarle al Madrid en la Champions League.
Tras una intensa lucha de declaraciones entre los dos entrenadores se llevó a cabo la semifinal de la Liga de Campeones entre el Futbol Club Barcelona y el Real Madrid, la mayor tajada del pastel. Tuvieron que pasar nueve años para que catalanes y merengues se volvieran a enfrentar en esta misma instancia, curiosamente el marcador fue exactamente igual que en el 2002 (0-2 y 1-1) sólo que esta vez a favor del Barcelona.
En esta serie, Messi demostró por qué es el mejor jugador del mundo y condujo a su equipo hacia la final de Wembley. Sin embargo, ambos partidos estuvieron inmersos en la polémica arbitral que suponía ayuda para el conjunto catalán; polémica que José Mourinho, el Real Madrid y la prensa madridista magnificaron de una manera exagerada para justificar su derrota.
Es una pena que la guerra sucia entre declaraciones desafiantes, exceso de rudeza en el campo, simulación de faltas, alteración de videos, demandas y contrademandas ridículas por parte de los dos equipos haya ensuciado el entorno de esta semifinal tan anticipada.
Al final de cuentas, el maratón Barça-Madrid culminó muy igualado con dos empates y una victoria por bando. Ahora falta ver quién se queda con la Súper Copa Española que enfrenta al campeón de Liga contra el de Copa y se juega antes de que empiece la próxima temporada 2011-2012.
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