“Caprichosa porque hace lo que quiere” dice el ex jugador y ahora periodista Quique Wolff en referencia a la azarosa pelota de futbol. Igual que el balón, Zlatan Ibrahimovic es un ser voluntarioso, de idas y venidas, voluble y muy, pero muy, caprichoso.
El año pasado, en una librería de Milán me topé con un ejemplar que se titulaba “Zlatan: il campione senza maglia” (el campeón sin camiseta). Sólo lo hojee pero era evidente que se trataba de un libro sobre un gran futbolista que no hace pie donde se para.
Ibra es algo así como un talismán, donde ha jugado ha ganado títulos: en el Ajax ganó dos ligas, con la Juventus obtuvo el Scudetto un par de ocasiones (que después le serían retirados a la Vecchia Signora por corrupción), en el Inter consiguió el Scudetto tres veces consecutivas además de ser el máximo goleador en la temporada 2008-2009, y con el Barça ganó la Liga más cara de la historia (99pts) en su única temporada vestido de blaugrana.
El trofeo que le ha sido esquivo es la prestigiosa UEFA Champions League. De hecho, la temporada pasada salió del Inter porque ya se había cansado de tan sólo ganar la liga italiana y no poder acariciar la orejona, estaba seguro que con el Barcelona conseguiría esta distinción. Irónicamente, su ex equipo se coronó campeón de Europa dejando en el camino a la poderosa escuadra catalana.
Así como Zlatan es un talismán en cuanto a títulos, también suele ser un ave de mal agüero en lo que respecta al manejo del vestuario. Por alguna razón, el sueco siempre está inconforme y se las ingenia para crear polémica dentro y fuera del vestidor. Se busca problemas con el entrenador, con sus compañeros, con la prensa y hasta con los aficionados. El ambiente que se crea alrededor de Ibrahimovic es bastante pesado y difícil de manejar, si no se le da un trato VIP no está cómodo.
Con su arrivo al Milan, Ibra vuelve al futbol donde mejor se ha desempeñado y en donde encontrará elogios y abucheos al por mayor. Este fichaje bomba se suma a la reciente incorporación de Robinho a la escuadra rossonera, un equipo qué dará mucho de qué hablar si sus grandes figuras (Ronaldinho, Pato, Pirlo y Seedorf) se conectan con los refuerzos y con su nuevo entrenador Allegri. Habrá que ver si de estos gigantes se puede hacer un buen equipo que derrumbe el imperio de su vecino nerazzurro.
Por otro lado, la salida de Zlatan le restará poder al ataque culé pero dejará un grupo más unido y un mejor ambiente en el vestuario. De haberse quedado, el sueco hubiera causado mucha tensión en la disciplina de Guardiola y una tremenda rivalidad con David Villa. A final de cuentas, Arrigo Sacchi tuvo razón “fue un error llevar a Ibra al Barça”. De hecho, los dos equipos lombardos hicieron su “agosto” a costa del Barcelona: el Inter lo vendió a precio de oro (86mde) y el Milan lo regateó hasta los 24 millones de euros. El peor negocio de la entidad catalana.
Claramente recuerdo cuando Zlatan Ibrahimovic llegó al Inter y aseguró que había cumplido su sueño de niño. Cuando llegó al Barça de inmediato besó el escudo y afirmó que le había pedido al presidente del Inter que no lo llevara a otro equipo más que al Barcelona porque esa era su más grande ilusión. Ahora que se puso la camiseta del Milán dijo: “No me iré del Milan hasta que lo gane todo”. Estoy convencido que en un año o dos acabará jugando de blanco a las órdenes de Mourinho.
Sin duda, Ibra pasará a la historia como un gran jugador, pero no se le recordará con una camiseta tatuada a la piel como a otros futbolistas de la talla de Zanetti, Lampard, Rooney o Buffon, que, aunque no hayan salido de las inferiores de su club actual, han echado raíces y son símbolos de sus equipos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario