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Aunque no lo parezca, gran parte de la
emoción de un evento deportivo lo crean sus narradores y comentaristas.
Los deportes por televisión no serían lo
mismo sin la voz que los acompaña. El relator
debe describir todo lo que pasa y condimentar su narración con datos de los
equipos y jugadores involucrados, hablar un poco del contexto que envuelve al
cotejo (histórico, social, geopolítico, cultural), así como incluir su simpatía
y carisma característicos.
En muchas ocasiones los espectadores elegimos
los canales dependiendo del comentarista del encuentro. Una buena narración
puede hacer agradable un partido insufrible, mientras que un partidazo puede
verse empañado por un relator que nos incomode. El detalle es que lo que a
algunos les fascina y los hace reír, a otros les puede disgustar tanto que
prefieren silenciar el televisor y ver el partido sin audio.
Cada narrador o comentarista busca
distinguirse de los demás. Ya sea por una frase típica, “Tirititito”, la forma
de narrar un gol, “La pelota está en el fondo”, o por hacer chistes, “Le pegó
como tamalera”, todos quieren ser recordados por su ingenio.
Con el tiempo las transmisiones deportivas
han modificado su estilo y se han ido adecuando a los gustos del público y a
las necesidades del mercado. Atrás quedaron los tiempos en los que el apacible,
pero pícaro, estilo de narradores como Jorge "Sonny" Alarcón, Ángel
Fernández y José Ramón Fernández encantaban el oído con su educada voz y sus
sanas ocurrencias.
Para bien o para mal, a partir de la
irrupción de Enrique Bermúdez, las narraciones de fútbol en México comenzaron a
perder formalidad y adoptaron un estilo más irreverente. “El Perro” Bermúdez se
dio a conocer por su grueso tono de voz, su particular manera de pronunciar
(terminando muchas palabras en “eee”), y por bautizar a cuanto jugador pudo.
Entre sus apodos más famosos destacan: “El Emperador” (Claudio Suárez), “El
Macho” (Hugo Sánchez) y “El Brody” (Jorge Campos).
La respuesta de TV Azteca a Enrique Bermúdez
fue Christian Martinoli. El joven narrador llegó a la televisora del Ajusco
para darle otro giro a las transmisiones futboleras. Su estilo era fresco y
original. Al ver que esta fórmula elevaba los niveles de audiencia, Martinoli
exageró sus chistes (muchos de ellos despectivos) y se hizo de un compañero:
Luis García. La incorporación del ex futbolista potenció el corte humorístico
de la empresa. A la hora de leer un partido, Luis García es un buen analista;
no obstante muchas veces basa su simpatía en insultar a futbolistas y
aficionados, así como en copiar el estilo de Martinoli. Sin embargo, el rating
televisivo los ha ubicado como la mancuerna favorita del público mexicano.
Siguiendo esta línea, varios narradores,
comentaristas y demás periodistas, tanto de canales abiertos como de paga, han
creado sus propios personajes “jocosos” frente al micrófono.
Por supuesto, todo esto es muy subjetivo y
tiene que ver con los gustos de cada quien. Hay a quienes les encantan los
apodos del “Perro” Bermúdez, y otros que prefieren las bromas de Martinoli y
Luis García.
Personalmente disfruto una transmisión
deportiva amena que me brinde datos de interés y me entretenga, pero me llega a
molestar que quienes narran se olviden del partido y hagan su fiesta en la
cabina.